miércoles, 31 de octubre de 2012

La Sojización, la Biotecnología y Monsanto son políticas de Estado


Editorial del sábado 13 de octubre de 2012 en el 

Programa Horizonte Sur


El gran tema de hoy, que configura nuestra vida política, es el simulacro. ¿Qué es el simulacro? El simulacro, conceptualmente, sería la representación de una situación de la manera más parecida a cómo podría darse en la realidad, de tal manera que quienes lo vivan puedan estar preparados para cuando de verdad ocurra la situación de qué se trata y que preocupa. En el caso de preparación del público ante probables catástrofes o siniestros, la práctica de simulacros, nos predispone frente a situaciones extremas, nos organiza anímica y físicamente para que sepamos cómo reaccionar frente a los hechos que se teme ocurran. El simulacro comprendido de esta manera constituye una práctica normal y hasta habitual en otros países, tanto en escuelas, como en fábricas y oficinas, especialmente en países donde los criterios de seguridad constituyen preocupaciones generales y hasta diría que, son políticas de Estado. En la Argentina progresista por lo contrario, las prácticas del simulacro como entrenamiento ante situaciones catastróficas, prácticamente no se conocen o al menos no son de práctica habitual, probablemente por un modo de habitar la mera coyuntura y una incapacidad de preveer más allá de lo cercano, tal vez porque el valor de la vida ha quedado reducida al pasado, más precisamente a los años setenta, y porque los negocios ocupan casi todo el universo mental de las capas dirigentes y no dejan mayores recursos para ocuparse de las preocupaciones de quienes vivimos en riesgo en nuestras vidas cotidianas…
Por lo contrario, lo que se práctica con una apabullante asiduidad por parte de la política y de los políticos, es un simulacro que parece haberse independizado de todo hecho real al que parecerse y que, paradójicamente y como mera alegoría de la realidad, fuerza a que esas realidades se parezcan a la simulación que generaron y que las anticipó en el tiempo. No se trata tal como dice Baudrillard, de imitación ni tampoco de reiteración, sino de una suplantación de lo real por los signos de lo real, es decir, de una operación de disuasión o tal vez de secuestro, de todo proceso real por su doble operativo, máquina de índole reproductiva, programática, impecable, que ofrece todos los signos de lo real y, en cortocircuito. En esas circunstancias, lo real no tendría nunca más ocasión de producirse, o al menos decimos nosotros, de ser vivido como “la única verdad”, como alguna vez lo fuera, tal es la función vital del modelo de simulación en un sistema de muerte, o, mejor, en un sistema de resurrección anticipada que no concede posibilidad alguna ni al fenómeno mismo de la muerte. Situación híper real al abrigo de lo imaginario, y de toda posible distinción entre lo real y lo imaginario, no da lugar más que a la recurrencia orbital de modelos y a la generación simulada de diferencias y de confrontaciones atrapantes, enajenantes, en las que extraviamos todo sentido de la realidad real. En este sentido Carta Abierta ha hecho escuela del ensayo y de la simulación, por otra parte, la formación y reproducción de una generación activista en un setentismo de opereta, es asimismo una gran obra de simulación.
Si nos cuesta hacernos comprender cuando afirmamos desde el conocimiento de los mecanismos brutales de la Globalización que, nuestras vidas se encuentran secuestradas por las Corporaciones Transnacionales. Si nos cuesta ser aceptados cuando explicamos que, en otras épocas, las tropas de los países invasores ocupaban y dominaban tan solo el territorio, pero que ahora las Corporaciones como Monsanto al apropiarse de las fuentes de alimentación y de las cadenas agroalimentarias, han dominado en cambio nuestras vidas, o sea que se han adueñado de la mesa familiar y de lo que comemos, y eso les significa un poder infinitamente superior a lo que podía significar la ocupación del territorio por una fuerza invasora. Lo decimos una y otra vez, lo gritamos… y sentimos a veces que es, como si habláramos otro idioma. ¿Cómo imaginar que todo aquello que decimos acerca de los simulacros y de las simulaciones políticas, pueda ser no sólo extensamente comprendido, sino también, pueda tener un efecto movilizador, en una sociedad como la nuestra: hastiada, fragmentada, tan desesperanzada y desilusionada que, el común ha retrocedido hasta los niveles en que, lo que más o lo único que le importa, es su propia suerte y la de su familia? En esta situación, los simulacros políticos hacen estragos y hasta sospechamos que para muchos son un refugio, resulta cómodo probablemente, dejar de usar la inteligencia e imaginar que las Corporaciones se resumen en el multimedios Clarín, que Cristina es peronista, que Kiciloff es marxista, que los que cacerolean son destituyentes, que podemos preguntarnos y justificarnos, tal como lo hace Strapasson, el máximo dirigente del Mocase VC, con relación al Gobierno de Cristina: ¿qué correlación de fuerzas hay para cortarle el chorro a las multinacionales? Por supuesto que (desde el gobierno) hablan con Monsanto, Cristina la nombró, pero también por otro lado cuando el Gobierno nacional intentó hacer algo frente a los sojeros, se lo dejó solo…
Es el simulacro, la simulación permanente, la generación de escenarios de cartón pintado donde se puede participar siempre que se haya tomado la pastillita de la Matrix… y entonces, resulta que cuando un Presidente celebra públicamente a Monsanto como debe haber ocurrido pocas veces en el mundo, al menos fuera de los Estados Unidos; la culpa la tenemos nosotros. Nosotros tenemos la culpa de los grandes acuerdos con Monsanto, porque los dejamos a Néstor y a Cristina solos frente al terrible cuco de Biolcati y la Mesa de Enlace. Realmente nos toman por imbéciles. No solo se permiten ignorar el inmenso respaldo al Gobierno del Consejo Judío Mundial con Soros y con Elsztain, con los Werthein, con Grobocopatel y con Urquía, se permiten ignorar sobretodo, que existe en la Argentina desde los años noventa, una matriz productiva implacable, que va más allá de los gobiernos que se suceden y que condiciona absolutamente la política, tanto del Gobierno como de la oposición.
Se protesta contra la nueva ley de semillas que, se anticipa ahogará totalmente los derechos tradicionales del agricultor argentino al uso propio de las semillas, y entre todos los contestatarios que reclaman por otra agricultura, se presenta Pérsico en la calle, frente al Edificio del Ministerio en que es uno de los más altos funcionarios. Pérsico reclama la palabra y el micrófono, luego tranquiliza a los presentes, les asegura que él sería el primero en oponerse, si fuera verdad que existiese un plan para legalizar los patentamientos a las semillas. Muchos de los presentes le creen, algunos se dispersan. Lastima que Pérsico es Pérsico, un ex Montonero compinche de Firmenich, ahora por lo demás es el Secretario de Agricultura Familiar y quién celebró los convenios con Monsanto y anticipó que la Argentina reconocerá las leyes de patentamientos de semillas, fue nada menos que la Presidente de la República de la cuál él se dice repetidamente soldado… soldado de Cristina!
Tal como se sabe, en la Argentina de los grandes simulacros compartidos, el “campesinismo” ha sido vivido paradójicamente, como la etapa superior del leninismo. A propósito de ello y según yo recuerdo, a lo largo de los últimos quince años, cada vez que se vivió en la opinión pública un momento de mayor conciencia acerca de la comprensión del modelo de sojización y de la Biotecnología que nos agobiaba, ahora con más de 19 millones de hectáreas, y que además configura un evidente estado de colonialidad a los mercados, similar al que sufriéramos en los años treinta y cuarenta con la Gran Bretaña, cada vez, que las movilizaciones y las luchas se agudizaron, habitualmente y por mera casualidad, el corrimiento de un alambrado en Santiago del Estero, un rancho quemado en Quimilí o una muerte entre los afiliados al Mocase, desviaron la atención de la opinión pública y la llevaron a ocuparse de hechos dolorosos y a veces inapelables, pero que, acontecían en territorios muy por fuera de la zona núcleo y de la zona agrícola donde la matriz productiva se instalaba; acontecían en realidad en una zona donde se produce el corrimiento de la frontera agrícola, zonas marginales del modelo de agriculturización, donde no sería posible de manera alguna dar la batalla decisiva contra el modelo de sojización transgénico instalado, sino que, lo que puede darse en todo caso, es la lucha contra sus consecuencias y por lo demás, contra sus consecuencias más distantes y aleatorias.
No obstante, las muertes son siempre terribles e inevitablemente nos conmueven y nos angustian porque es tanta la sangre del pueblo que ha corrido, que a veces zozobra frente a ellas, nuestra sensibilidad de militantes sociales y humanistas. Pero la mera posibilidad que esas muertes sean utilizadas como un artificio para sacar las luchas estratégicas del pueblo argentino de sus cauces y conducirlas a fondos de saco, nos parece repudiable. Que dos días atrás, entre los líderes que reclamaban ante el Congreso de los Diputados por una nueva muerte acontecida en el monte santiagueño, estuviese en la tribuna bajo un enorme retrato de Néstor y Cristina, tanto Pérsico, el alto funcionario, como algunos notorios sabatellistas, junto a los líderes del Mocase VC levantando en alto sus puños izquierdistas, nos parece grotesco e incalificable. Se consuma una vez más, un simulacro en que, tal como explicábamos antes, la simulación pierde toda referencia con la realidad, deja de expresarla, ni siquiera es una parodia, sino que se trata de la suplantación de lo real, por un conjunto de signos de lo real que sirven a los peores intereses.
Muchas veces dijimos desde este programa Horizonte Sur, aún muchos años atrás, cuando estábamos todavía en Radio Nacional, que era tonto o malintencionado que el Mocase VC reclamara una Reforma Agraria en la Provincia de Santiago del Estero, dado que no era precisamente una Reforma Agraria lo que ellos necesitaban, sino que lo que necesitaban era sencillamente, establecer legalmente el dominio sobre las tierras por parte de sus ocupantes ancestrales o que llevaban sobre esos pedazos de tierra y de monte, a veces toda una vida. Nos preocupaba que extendieran desde aquellas realidades tan particulares, la idea de Reforma Agraria, porque esa idea la tomaban y hacían propia, en la zona núcleo, algunos grupos que en realidad bajo esa bandera, lo que nos proponían, era democratizar la sojización mediante una masiva distribución de tierras a un millón de nuevos chacareros que ellos mismos reconocían, no podían sino terminar haciendo más y más soja y engordando a los grandes pooles que son, en definitiva los que disponen de las maquinarias y de los equipos de trabajo para llevar adelante los monocultivos… Por eso, nosotros durante años insistíamos que teníamos que poner el acento en modificar antes que nada, la matriz productiva o sea el modelo de país, y no en redistribuir la tierra, ya que la sojización tendía inexorablemente a extenderse y a fortalecer el agronegocio, integrando inclusive a nuevas promociones de propietarios de tierras, en caso que los hubiera y a pesar de las intenciones que tuvieran. Ahora, el Mocase VC asume sin empacho sus fuertes y públicos vínculos con el Oficialismo y particularmente con el Movimiento Evita, con la Cámpora y el Ministerio de Agricultura. Por ende nos preguntamos la razón por la cuál continúa sin poder resolverse en la Provincia el problema dominial, para que definitivamente cada pequeño productor sepa cuál es la tierra que le pertenece, cuál la que debe alambrar, y en especial, aquella que debe hacer respetar. Acaso no quieren hacerlo, no pueden o tal vez algunos funcionarios prefieren que los problemas de Santiago del Estero no se resuelvan y de esa manera sigan siendo una fuente distractiva y más que oportuna, al menos cada vez que se amenaza con develarse cuál es el modelo que el gobierno respalda?
No lo sabemos. Sabemos sí que con ciertos grupos sociales y campesinos compartimos muchísimos conceptos y análisis, pero eso sí, tenemos con ellos una importante diferencia que no es menor, ellos se niegan a reconocer lo que altos funcionarios no tienen ya ninguna razón para no reconocer. Nos referimos a que la Sojización, la Biotecnología y Monsanto son políticas de Estado. Que lo reconozca la propia Presidente y que nos lo niegue un dirigente campesino, habla de la pobreza moral de nuestra dirigencia, me refiero a nuestra dirigencia mayor por asumirlo y a nuestra dirigencia menor por no querer ver y aceptar lo innegable, por supuesto, pero además refiero a un dislate realmente escandaloso y cotidiano: dirigentes sociales, sindicales y campesinos o de izquierda, niegan que ciertas políticas sea políticas de Estado, cuando cualquier importante funcionario lo reconoce sin mayores pudores. En verdad, resulta extraño y sorprendente y refiere a la catástrofe moral en que vivimos y a propósito de ello, recordemos que nuestra fragata mayor continúa embargada en el Puerto de Ghana, mientras nuestros valientes marinos siguen haciendo compras en Accra y Timerman que no supo siquiera preveer el embargo ni sugerir en qué puertos el buque no debía recalar, ahora calcula de dónde sacar la fianza de veinte millones de dólares que se le demandan.
Pero volviendo al caso de los campesinos muertos en Santiago y a la creciente adhesión al Gobierno por parte del Mocase VC, cansado de que los pobres pongan siempre los muertos y los dirigentes los relatos, yo quisiera redoblar la apuesta del simulacro y de los escenarios de cartón pintado en que una dirigencia se protege bajo las efigies de Néstor y Cristina. Nosotros como ellos no queremos que siga habiendo muertes, pero a diferencia de nosotros, ellos apoyan al Gobierno y al modelo de colonialidad que se nos propone, están aliados al Movimiento Evita y a otros grupos gubernamentales, muchos de sus amigos de la Cámpora están a cargo del RENAR a nivel nacional. Pues si es verdad que existen sicarios en la provincia y que la policía provincial no los protege tal como ellos dicen, que se les provean armas para la autodefensa campesina, y que eviten sus muertos en vez de llorarlos, que legalicen las tierras en dominio y aprendan a defenderlas. No estamos refiriendo a nada extraño por otra parte, bastante de esto sabe la Milagros en la provincia de Jujuy, dónde ha montado un minúsculo estado en paralelo y por otra parte, es también un extendido experimento en la Venezuela de Chávez a la que tanto admiran, dónde muchos pobres no han podido modificar en catorce años de gobierno la miseria en la que viven, pero ahora el Gobierno les ha dado una Kalashnikov y con esa posesión, los embarga una nueva auto estima y un sentimiento exagerado de que comparten el poder y de que están haciendo el Socialismo. Estoy seguro que, en todo caso, lo que puedan hacer nuestros pequeños productores en defensa de la tierra, al menos si es para hacerla producir comida, habrá de ser justicia.
Jorge E. Rulli

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