Una niña palestina corre con sus cosas del colegio junto a las tropas israelíes durante los enfrentamientos de la semana pasada en Jerusalén.
(Bernat Armangue / AP)
La muerte a tiros de cuatro adolescentes palestinos el pasado fin de semana, en circunstancias dudosas, obligó a las Fuerzas de Defensa Israelíes a investigar el incidente en medio de declaraciones contradictorias de los soldados involucrados. Esto coincide con las protestas que se han sucedido en las últimas semanas en toda Cisjordania, incluso en Jerusalén oriental, contra la evacuación de palestinos de sus propios territorios y de sus propias viviendas para hacer sitio a los colonos judíos.
Otras medidas destinadas a reducir la presencia demográfica de los palestinos incluyen la limitación de los permisos de construcción que se les conceden, pese a la escasez crónica de vivienda, y la demolición de hogares edificados “ilegalmente”. Los ánimos se exacerbaron cuando el gobierno de Israel anunció sus planes de construir miles de nuevas viviendas en el este de Jerusalén, y extremistas judíos trataron de entrar a la mezquita de Al Aqsa, el tercer santuario más sagrado del Islam.
La respuesta israelí ha sido inmediata. El ejército ha tomando duras medidas contra activistas de base, con detenciones masivas y bloqueos de algunos pueblos que son declarados zonas militares cerradas. Dieron órdenes de cierre de zonas militares en las aldeas de Nilin y Bi’lin, cerca de Ramalah. Ante las protestas, el ejército empezó a emplear la fuerza letal allí y en otros lugares.
Kelly Stark, un activista estadounidense del Movimiento de Solidaridad Internacional, recibió un disparo a corta distancia de un proyectil de goma revestido de metal del tamaño de una gran canica. La ley militar israelí dice que las balas sólo pueden ser disparadas desde una distancia de 40 metros y a las piernas. Stark no estaba tomando parte en las protestas, sino que estaba con un grupo de médicos. Debió ser operada para que le extrajeran la bala que le fracturó la muñeca.
Ussayad Qaddous, de 19 años, y su primo Mohammad Qaddous, de 16, murieron el fin de semana pasado cuando soldados israelíes usaron munición real para repeler las protestas en el pueblo de Iraq Burin en el norte de Cisjordania. Los enfrentamientos estallaron cuando los manifestantes palestinos trataron de ocupar las tierras de la aldea que habían sido confiscadas por un asentamiento ilegal israelí adyacente. Testigos presenciales afirman que los dos primos no estuvieron involucrados en las protestas y la calma retornó antes de los que vehículos militares reingresaran al pueblo, desatando nuevos choques. Ussayad recibió un impacto en la parte posterior de su cabeza, y Mohammad un disparo en el torso. Los efectivos israelíes inicialmente negaron que hubieran usado munición real.
Sin embargo, las radiografías y las fotografías que muestran una bala alojada en el cráneo de Ussayad y heridas de entrada y salida de proyectiles en el torso de Mohammad sugieren lo contrario y han sido corroboradas por médicos. “Las Fuerzas de Defensa usan dos tipos de balas de goma. Una tiene forma de bola y la otra es cilíndrica. El objeto alojado en el cráneo de Ussayad tiene forma de prisma, puntiagudo. Eso es una bala”, dijo a la Agencia de Noticias Ma’an el activista israelí Jonathan Pollack, de la organización Anarquistas contra el Muro. “Hay una herida de entrada y salida de bala en el torso de Mohammad y ninguna bala de goma en el mundo puede causar tal lesión”, agregó Pollack, respaldado por los médicos que examinaron los cuerpos.
El ejército israelí finalmente se vio obligado a retractarse y admitió que se habían usado balas reales, agregando que si los soldados involucrados no hubieran violado los procedimientos correctos los primos seguirían vivos. La organización israelí de derechos humanos B’tselem reclamó al ejército que inicie una investigación penal.
El domingo, poco después de los fatales disparos en Iraq Burin, otros dos adolescentes palestinos, ambos de 19 años, de la cercana aldea de Awarta, fueron abatidos cuando se dirigían a su trabajo. Muhammad Faysal y Salah Qawariq fueron acusados por soldados de la misma brigada responsable de las muertes de los jóvenes de Iraq Burin, de ser “terroristas disfrazados de agricultores que los habían atacado con horquetas, con vidrios rotos, con botellas rellenas de piedras y hasta con jeringas”. El ejército abrió una investigación después de que la policía militar israelí declarara que “los eventos en Awarta presentan discrepancias”.
La Coalición contra el Racismo y el Mossawa Centre, que trabaja en la promoción de la equidad en Israel, acusan al actual Knesset (parlamento unicameral) de ser el “más racista desde la fundación del país”. En el último año se presentaron 21 proyectos de ley dirigidos a discriminar a ciudadanos árabes, alegan. Por ejemplo, una propuesta para encarcelar por un año a cualquiera que publique o diga algo que cause “desprecio o malestar al país”. Otros proyectos apuntan a que sólo los judíos puedan adquirir tierras o a nombrar a todas las calles del país exclusivamente en lengua hebrea.
Fuente: Periodismo Humano
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